miércoles, 30 de julio de 2008

Acabo de tener una revelación.

Es otro más de los regalos del Camino.
Acabo de saber “Para Qué” Dios me ha querido como soy.
Para que entendáis de que hablo, debéis saber cómo soy, o , mejor dicho como me veo yo.
Como dice Bruce Lee en un anuncio: “ Be water, my friend, be water...”. Puede que eso les resulte difícil a algunos, no a mí, viene equipado de serie conmigo.

Soy agua, siempre lo he sido, lo difícil para mí sería ser otra cosa como piedra, aire, fuego...
Mi manera de ser, si se puede decir así, siempre ha sido amoldarme al recipiente que me contiene. Por ejemplo hablar: No tengo voz propia, la adapto al entorno acústico que me rodea, mi acento es el del lugar que me acoge, mi vocabulario es el de mi interlocutor, a veces, bien chistoso, si hablo con tartamudos, me pongo a tartamudear.
Soy proteico, informe, no tengo imagen propia, me miro en el espejo y no me veo, como los vampiros. Cuando estoy con alguien, mi cuerpo adopta su forma y textura, como camaleón.
Mi espíritu es inasible, las mas de las veces soy como un médium, canal de otras voces y otros espíritus, diciendo cosas y actuando como marioneta de otros que mueven mis hilos.
Soy totalmente imprevisible, por eso cuando los demás dicen conocer mis reacciones suspiro, porque ellos sólo conocen el perfil que yo les presento.
Cuando me rebelo, cuando mi ego decide hacerse con el control, me destrozo, me fatigo, me emboto intelectualmente y emocionalmente. Me fustigo y fustigo a los que me rodean, pierdo el sentido y la medida de las cosas. La vida se me hace imposible.
Cuando me dejo fluir, por el contrario, sonrío feliz, la gente fluye conmigo, se ríen y son felices, me tienen por un muchachito agradable, por eso a pesar de mis 51 años me siguen llamando Miguelito.

A veces he creído que era inmadurez, baja autoestima, pérdida de raíces y un sinnúmero de piadosas y nada reconfortantes etiquetas que me han colocado, o que me he dejado colocar.
Pero hoy es distinto, hoy lo he comprendido con el corazón. Es una revelación, y como tal es infalible. Indiscutible. Tautología en estado puro.
Siempre he estado con el cuchillo en la mano, bueno en la mano no, en mi cerebro. Ese es el cuchillo del analista, que corta y desgarra la realidad para entenderla mejor. No es una mala herramienta, no os vayáis a pensar que la desprecio: El análisis es la herramienta favorita del cientifico, pero no del descubridor. Al ser muy cerebral, el análisis era mi herramienta favorita, pero, de unos años para acá, sentí que el mundo era algo más, y que tal vez era la hora de soltar la bonita navaja y explorar el mundo de otra manera. Al principio es de vértigo, explorar el mundo con la intuición, la creatividad, las emociones es bien difícil, pero con el tiempo le pierdes el miedo y te habitúas, haciendo de ellas unas herramientas inmejorables. Con ellas descubres que para “Descubrir”, no basta con tener una mente analítica y racionalista, hace falta que tu corazón participe con sus “corazonadas” y el estómago con su “visceralismo”.
Pero ahora lo he entendido. Hasta ahora he vivido aislado, separado de la realidad, de las cosas y de los otros seres humanos, ahora me doy cuenta que esa separación sólo es una ilusión en mi cerebro, que se empeña en estar sólo, encerrado en su torre de marfil. Mi corazón, por el contrario, siempre está conectado, salvo que esté emocionalmente embotado, mi corazón conecta con una infinidad de pequeños hilitos con todos los demás seres de la Creación. Tal vez esté despegado físicamente de los demás, pero por lo que sé de Física, mis campos energéticos (llamarlos como queráis), si están en profundo solapamiento.

En El Camino comprendí que todo mi ser está en conexión con la Creación, y, sin querer ser irreverente, en ese punto Yo soy Dios y Dios es Yo. De hecho, observé que el verbo SER sólo debería ser conjugado para esta afirmación. No es que Dios esté fuera, presente en la grandeza del Universo, ni tampoco dentro, en lo más profundo de mi alma, es que Dios está en Todo y Yo soy Todo con Él y Él es Todo conmigo.
Por eso no hay casualidades, todo está escrito y todo está por escribir, porque Yo lo escribo, porque Él lo escribe.
Desde luego no sé si a estas alturas me seguís o me habéis dejado ya por loco. Así se cuentan las revelaciones. Los místicos siempre nos parecieron locos. La experiencia vale la pena, es el “Satori” budista, la gloriosa llama del Espíritu Santo. Vale la pena.
Pero lo que iba a explicar es “PARA QUÉ” Dios me quiso así: camaleónico, informe, desarraigado, como agua ....”Be water, my friend...”
¿Para qué sirve el agua?. ¿Para qué sirve el barro moldeable y plástico?. ¿Para que sirve tener tantos disfraces?. Pues, la verdad, se me ocurren un montón de cosas, y por ello me siento muy agradecido. Después de años, en los que personas muy bien intencionadas han tratado de darme forma: Padres, hermanos, colegios, universidades, Ejercito, Empresa..., me encuentro con que mi forma ideal no sólo es buena para mí, sino que lo es para todos. ¿Cómo se puede vivir sin agua?. Habrá otras maneras de ser mejores, no digo y o que no, pero a mí me gusta ser agua, me gusta esta bendita locura que al enfriarse cristaliza y que al calentarse se eleva y todo lo colmata.
Dejarme regar vuestros campos, lavar vuestros cuerpos, saciar vuestra sed, limpiar vuestra casa, arrullaros con mis cantos de arroyo, bendecir vuestra frente y bautizar a vuestros hijos.

Me gusta mucho ser agua, cada vez me gusta más. Está claro que estar orgulloso de uno mismo no supone imponerse a los demás: No temáis los Fuegos, no os apagaré salvo que me pidáis ayuda si habéis prendido un incendio y no lo podéis controlar. No temáis las Tierras no os mojaré, salvo que queráis ser fecundadas para que germine la semilla, para amasar la arcilla de ladrillos y ollas. No temáis los Aires no os impondré mi presencia, salvo que queráis llevar un soplo fresco de brisa a los labios. No temáis aquellos a los que no he nombrado, ni siquiera en mi furia, a veces me desbordaré para llamar vuestra atención, para que me tengáis presente, pero volveré dulce a mi cauce y seguiré lavando vuestras heridas.

domingo, 3 de febrero de 2008

Sobre la MENTIRA

Esta semana, aprovechando que estoy con la gripe y que no estoy para nada mas sustancial, ni tampoco menos interesante, he estado leyendo uno de los éxitos editoriales (habría que decir mediáticos?) de una obra a caballo entre internet y el libro.
Se trata de España, perdiste del argentino Hernan Casciari. Creador de uno de los blogs mas gloriosos que me ha tocado conocer: Weblog de una mujer gorda.
Casciari es el mejor ejemplo del desvergonzado, cínico, tierno, corrosivo, lenguaraz y oportunista argentino. No sé si estoy autorizado a decirlo, ni me importa, pero creo que es una revolución en el mundo de las letras en español, especialmente por sus aportaciones al mundo de los Blogs y su increíble habilidad para urdir las mentiras mas bien trabadas.
Y de eso, precisamente, quiero hablar hoy, de las mentiras.
Si leyeron el post de Hay 35 mentiras en tu correo... (y si no léanlo ahora, hombre!!...), se ubicaran en la filosofía de Casciari sobre la mentira.
Desde luego que estoy en total acuerdo con Casciari sobre la conexión entre la Creatividad artística y la mentira, y que de no existir la mentira, no habría manera de crear. También aprecio ese gusto por la libertad de crear, cifrado en la habilidad de mentir, y comparto su desprecio por los “boludos” incapaces de mentir.
Pero también conozco la otra cara de la moneda, la de la mentira que, como un crédito a corto plazo, nos exige devolución con muy altos intereses. La de la mentira que nació pequeña y hermosa y creció desmañada, vociferante y amenazadora. La de la mentira que nos abrió una pequeña puerta y supuso que nos cerraran todas las demás.
Supongo que por ser muy imaginativo y creativo, desde siempre me gusto mentir, es decir crear, recrear la realidad, hacer uso del potencial fecundo de la libertad.
Cuando somos jóvenes nos gusta mucho fecundar, por eso mentimos mucho, intentamos que el mundo sea como a nosotros nos gustaría y si de paso puede gustarle a otros tanto mejor, ya se sabe que una opinión compartida por muchos adquiere pronto el rango de verdad tautológica. El problema es que, cuando vamos haciéndonos mayores, nos damos cuenta que crear en libertad sin responsabilidad es peligrosísimo, todos esos hijos que hemos engendrado, son ahora nuestros deudores, los que nos obligan y a quien no podemos engañar con una mentira porque sería muy estúpido mentir a los hijos de la mentira.
Cuando somos jóvenes estamos necesitados de información, de ideas, de novedades, de creatividad, por eso mentimos, engañando a los demás y dejándonos engañar. Pero cuando ya hemos pasado la fase de la “Lluvia de ideas”, de la recogida de información, llega la hora de las decisiones, es la hora de “cortar cabezas”, de los descartes, de concentrar la atención y no hacer caso de las críticas. Es la hora de la tiranía.
Después de un periodo de anarquía creativa y fecunda, llega un periodo de estabilización, en el que ya no vale todo y en la que la creatividad es muy mala compañía. Ejecutar un plan, supone eso, “ejecutar” las miles de posibilidades inviables y utópicas y marchar hasta el fondo de la alternativa escogida, pese a las críticas. Es la hora de desterrar a los filósofos que sólo saben hacerse preguntas, de cortar el cuello a los bufones, para acallar sus burlas, de matar al mensajero para eludir las noticias que nos desmarquen de nuestra decisión. Es la hora de hacer un lugar a nuestra idea, nuestra creación, sin piedad, como buenos padres de nuestros hijos.
No es la hora del ¿Por qué?, sino del ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Cómo? y ¿Dónde?.
De todos modos, como cualquiera habrá podido darse cuenta, el problema ético de la mentira no está en la mentira en sí, sino en su intención asociada: La Honestidad.
Desde luego que mentir es necesario e inevitable, todos queremos arrullarnos con cuentos, con hermosos y bonitos cuentos, pero cuando la intención de la mentira es deshonesta, entonces la mentira adquiere su peor color. La mentira deshonesta es sobre todo dolosa para aquel que la inventa: el que miente con dolo, indefectiblemente piensa que los demás también lo hacen (lo cual es a veces suponerles a los demás más imaginación de la que realmente tienen), por lo cual nunca puede tener la seguridad de la sinceridad ajena.
De la misma manera un mentiroso siempre alberga una duda acerca de la calidad y valor de su mentira, y de cómo ésta calará y se abrirá paso, por no decir del peso abrumador de “sostenella y no enmendalla”.
Por otro lado, la mentira deshonesta es dolorosa con aquel que se deja engañar por ella.
Tal vez alguien al leer esto piense en que lo pueden engañar a su pesar, pero yo no lo creo . Creo que por más que traten de engañarnos, sólo lo conseguirán aquellos a los cuales nosotros mismos hemos autorizado a engañarnos, bajo nuestra completa responsabilidad.
Podría extenderme mucho acerca de las habilidades para desenmascarar mentirosos, pero no creo que haga falta, cualquiera en sus plenas facultades, atento a lo que le dicen, al cómo, cuándo y dónde se lo dicen y reflexionando sobre el porqué se lo dicen puede asignar un valor de verdad a la información que le dan. Eso lo hacemos continua y automáticamente con toda la información que recibimos. Es posible que no haya un valor absoluto de verdad asignado a una información en una cierta escala, pero si existe un valor relativo y variable, contrastable y comparable con los otros valores asignados, lo que nos permite tener un sistema dinámico de valoraciones o creencias privadas.

De todos modos el problema de Casciari, es el problema de todos los argentinos y por extensión de todos los latinoamericanos: MIENTEN MÁS QUE HABLAN. Es especial los argentinos, es una cuestión cultural, que penetra en toda su estructura social: política, economía, etc... Creo que a los únicos que se les puede poner entre paréntesis, hoy por hoy, es a los chilenos, que se están ganando a pulso una respetabilidad en todos los campos. ¿Y que pasa con los españoles? ¿No somos mentirosos?. Si y mucho, pero cada vez menos, y en contraste con nuestros hermanos de Las Américas somos hasta demasiado sinceros. Desde luego que no creo en los tópicos, pero hay hechos tan tozudos y tan obvios que negarlos es pura idiotez. Los españoles en época de Franco mentíamos más, ¿Y cómo no?, con la dictadura no había otra manera. Para empezar los que predicaban sobre la honestidad y la sinceridad, los curas, los maestros y los que mandaban, eran los primeros en faltar a la verdad y su hipocresía y falsedad era descomunal. Pero los tiempos cambiaron y poco después los españoles hicimos como en los versos de Gloria Fuertes:

Me arranque la costumbre
De decir la mentira
Me tejí este vestido de verdad que me cubre
A veces voy desnuda....

Así los españoles recuperamos la confianza en nosotros mismos, la integridad y la honestidad, uno de los pilares básicos de la autoestima, y poco a poco, nos hemos ido quitando los disfraces de víctimas y no necesitamos mentir, ni ser deshonestos.
Eso hace que a los ojos de los latinoamericanos que nos visitan seamos estúpidos, toscos, huraños, ásperos, irascibles y obcecados, pero es por que vamos por el camino derecho, arrasando, no buscando hermosos linderos por dónde despistar y despistarnos, sino responsables y consecuentes con el compromiso adquirido, derechitos, sin buscar excusas de forma continuada, ni llegando tarde a todo, sin faltar a los compromisos y contratos, cosa a la que están demasiado acostumbrados nuestro queridos hermanos.
Hay una máxima en México sobre el trabajo digna de ejemplo:

“Tú haces cómo que me pagas, yo hago cómo que trabajo”

Así en toda Latinoamérica triunfan todavía los populismos tipo Castro, Chávez, Evo y tantos otros. Así las economías son inestables y los políticos corruptos: ¿Cómo no lo van a ser si les prometen de todo y luego-pendejos- esperan que les cumplan?