viernes, 22 de enero de 2010

Sobre la FELICIDAD

Quiero compartir lo que entiendo yo de esta palabra tan usada como anhelada.
Para mí la felicidad no consiste en estar feliz, bueno también en estar feliz pero no sólo eso.
Me explico: ¿Todo el mundo conoce la diferencia entre Clima y Tiempo?. Cuando hablamos del Tiempo que hace hablamos del frío, del calor, de la lluvia, etc del momento, del día presente, de un estado pasajero y cambiante. Cuando hablamos del Clima hablamos de una sucesión de esos estados pasajeros, de muchas observaciones del tiempo registradas a lo largo de muchos años, p.ej.: hablamos del Clima paradisíaco de las Islas Canarias por que muchos años de observación permiten calificar al clima de esa manera.
Pues bien para mí ESTAR feliz o ESTAR triste es como hablar del tiempo -de hecho cuando hablamos del tiempo, de lo único que hablamos es de nosotros mismos, de cómo nos sentimos ese día-, es algo pasajero, hay días buenos y días malos. Sin embargo SER Feliz, como el clima, es algo que tiene que ver con la experiencia de muchos años y con una visión que se eleva desde el día a día hasta las regularidades de toda una vida. SER Feliz pues es un “estadio”, no un estado mas o menos pasajero, un estadio permanente, no un cambio de grado sino un salto en la apreciación. Es como ir en bicicleta, un estadio del aprendizaje, que una vez alcanzado nunca se olvida
Obviamente para poder compartir con los demás esta idea de si soy o no feliz se necesita tener unas tablas una metodología o algo así, de la misma manera que para determinar el tipo de clima se necesita correlacionar los datos meteorológicos con los diferentes tipos de clima.
Y aquí es dónde empiezan los problemas, porque hasta donde yo sé no hay unas tablas de Felicidad, y no es que no se haya escrito sobre la felicidad.
Aunque peor es lo de los registros desde dónde se emprendería el estudio: ¿Son fiables? Si somos rencorosos es posible que sólo recordemos los malos ratos, si tenemos memoria corta los mas recientes, si tenemos memoria selectiva los datos estarán sesgados, y si tenemos amnesia o Alzheimer no hay datos.
Pero realmente, ¿Necesitamos una aproximación científica del tema, una análisis serio y riguroso? Yo creo que no, no hace falta saber si nuestra felicidad es borrascosa con tendencias tormentosas o si nuestra felicidad es anticiclónica.
Hoy a mis 53 años, recuperando mis registros y analizándolos como lo haría un Climatólogo (¿se llaman así?), creo poder decir que he sido feliz, pese a todas las vicisitudes, pese a todas las amarguras y problemas, pese a todos los desafíos, he sido feliz. Y lo que es mejor seguiré siéndolo durante muchos años, ya que un clima no cambia tan rápidamente, lo que no excluye las nuevas dificultades que vendrán: la vejez, las enfermedades, etc...
Como no creo que sea posible ponerse de acuerdo sobre las bondades de un clima, p.ej. a mí, que vivo en Canarias, vivir en el Ártico me parece espantoso, pero seguro que los esquimales no piensan lo mismo., de la misma manera no creo que sea posible hablar de felicidades compartiendo opiniones. Por eso ser feliz es algo personal e intransferible.
Llegados a este punto de confusión creo que la mejor manera de deshacer el enredo de toda esta cuestión de la felicidad está mas bien en el verbo que en otra cosa. En efecto: SER feliz es una cuestión bien distinta de ESTAR feliz, el último es pasajero y momentáneo y el otro tiene que ver, al menos, con un periodo de tiempo mayor. Naturalmente, SER implica salirse del tiempo, vivir en el momento, en el aquí y ahora, conectar con la esencia, con lo intemporal y eterno. SER es morar la casa del alma y para el alma, aun en los momentos más difíciles que nos toque vivir, las dificultades son pruebas de superación en nuestro crecimiento y eso siempre es un motivo de felicidad. ESTAR es vivir el tiempo de reloj, la espera, el pasado el futuro, las nostalgias, las expectativas, es el territorio del ego, que si no tiene un problema se lo busca para estar entretenido. No busquemos aquí la felicidad, no la encontraremos, podemos pasar un buen rato, pero luego seguro que lo lamentaremos.
¿Quiere esto decir que debemos abandonar el cuerpo para centrarnos en el alma si queremos ser felices?. Ese parece haber sido el mensaje de la Iglesia durante mucho tiempo, y parece que se ha culpado a los místicos por sus mortificaciones, de ese desvarío. Desde luego que no. Hasta donde mi ignorancia me lo permite, pienso que cuerpo y alma van juntos y no pueden ir separados, desde luego la solución no es la contraria: el Hedonismo (lo digo por experiencia), el que no lo crea que lo pruebe. El culto al cuerpo es el culto a un dios insaciable y devorador al que se acaba uno auto inmolando, pero también es verdad que ignorar el cuerpo en beneficio del alma nos puede aportar experiencias divinas, pero insostenibles. Hay que tratar de alcanzar el equilibrio, un trato al cuerpo bueno, pero discreto y proporcionado, y un cultivo de la espiritualidad profundo pero no alienante. Cuando se disfruta de un cuerpo que tiene lo que necesita aunque esté enfermo, hay que salir por momentos del tiempo, realizando el viaje interior, hacia nuestra alma, esperando que nos alcance la vivencia de la gracia divina , ese estado de conexión con el SER, a eso, precisamente es lo que yo llamo la FELICIDAD.

jueves, 3 de diciembre de 2009

El Retorno de los Brujos



He estado releyendo un libro que compré en el año 1972, un libro hecho pedazos que me acompaña a todos lados desde que tenía 16 años.
Marcó una época de mi vida especialmente plástica y sensible. Excitó mi imaginación, alentó mi curiosidad, dio alas a mi rebeldía y a mi deseo de conocer. Hoy, casí cuarenta años después, al releer una parte, me encuentro con un párrafo subrayado, que me conecta con aquel adolescente idealista, que intuía y creía y hoy sabe (o cree que sabe) por la experiencia vivida.

“Todo lo que queremos decir hoy, es que la idea religiosa, borrada por un momento, puede volver a los espíritus y a las conciencias porque las conclusiones actuales de la ciencia los predisponen a recibirla. Existe desde ahora, si así puede decirse, una religión a punto, y si no penetra en este instante en las profundidades de la sociedad, si la burguesía es vulgarmente espiritualista o tontamente positivista, si el proletariado se halla repartido entre la superstición servil y un materialismo feroz es porque el régimen social actual es un régimen de brutalidad y odio, es decir, un régimen antirreligioso. Y no es, como suelen decir los declamadores vulgares y los moralistas sin ideas, que nuestra sociedad sea irreligiosa porque tenga la preocupación de los intereses materiales. Por el contrario, hay algo de religioso en la conquista de la Naturaleza por el hombre, en la apropiación de las fuerzas del Universo para subvenir a las necesidades de la Humanidad. No; la irreligiosidad está en que el Hombre sólo conquista la Naturaleza esclavizando a los hombres. No es la preocupación por el progreso materias lo que aparta al hombre de los pensamientos elevados y de la meditación sobre las cosas divinas, sino el agotamiento producido por un trabajo inhumano, que no deja, a la mayoría de los hombres, fuerza para pensar ni siquiera para sentir la vida, es decir para sentir a Dios. También la sobreexcitación de las malas pasiones, de la envidia y del orgullo, absorbe en luchas impías la energía íntima de los más esforzados y de los más dichosos. Entre la provocación del hambre y la sobreexcitación del odio. La Humanidad no puede pensar en el infinito. La Humanidad es como un gran árbol, lleno de moscas que zumban irritadas bajo un cielo tempestuoso, y, en medio de este zumbido de odio, no puede oírse la voz profunda y divina del Universo...”

Esto lo escribió Jean Jaurés en sus últimos días (fue asesinado por oponerse a la entrada de Francia en la 1ª Guerra Mundial)
Por si sientes curiosidad sobre el personaje : Sobre Jaurés en Wikipedia

Por cierto el libro que cito se titula “El retorno de los Brujos”, un batí burrillo de ciencia ficción (realismo fantástico lo llaman sus autores), filosofía, religión, política, esoterismo, literatura, etc...,un cajón de sastre estupendo, lleno de ideas incompletas, inexactas, literarias pero cargado de energía y fe en el futuro de la Humanidad, escrito poco después del fin de la 2ª Guerra Mundial en plena Guerra Fría, un cántico esperanzado a la ilusión de vivir, un regalo de la feliz influencia de las ideas de Teilhard de Chardin que luego tanto años me pasaría descifrando y que hoy creo empezar a comprender, tal vez por que ya no empleo tanto el cerebro para penetrar el significado de las frases, sino porque dejo que el corazón haga su trabajo.

martes, 12 de mayo de 2009

Sobre el Infierno




El infierno existe.
¡¡¡Qué extraño!!! Tener que decir esto después de casi 30 años de ateísmo incrédulo. Hasta ahora había considerado el Infierno como un tema anticuado y rancio de los curas, como el “coco” con que nos asustaban cuando niños para que nos portáramos bien, pero ahora, a mis 52 años, como quien descubre el Mediterráneo por primera vez, descubro que el Infierno existe.
Claro que no existe como un lugar: Aquel sitio, bajo tierra, donde los diablos con tridentes atormentan a los pecadores, con los calderos de aceite hirviendo y toda esa mierda...no, no, no.
No es un espacio, pero si es un tiempo, o mas exactamente es donde pasamos el tiempo en el que no estamos “aquí y ahora”.
Me explico: Cuando me dejo ganar por las nostalgias del pasado, cuando me entusiasmo con las expectativas del futuro me llevan los demonios. El infierno es dejar de vivir el presente, el “aquí y ahora”, que es lo único que tenemos, y dedicarnos a pensar-sentir en el pasado o en el futuro. Cuando revivimos recuerdos descendemos a los infiernos, cuando deseamos y especulamos sobre como van a ocurrir las cosas, estamos poniendo a hervir las calderas donde caeremos debido a la frustración.
Cuanto más lo pienso más claro lo veo. El año pasado después de recibir en el Camino de Santiago la gracia de la Iluminación (aunque me duró poco por que soy muy bruto), pude comprobar por mi mismo que el Cielo estaba aquí, todo era cuestión de estar conectado, pero no me daba cuenta que por eso mismo también está el Infierno, que, claro está es estar desconectado. En aquel momento aún tenía suspicacias con la tradición religiosa y no podía entender que lo mismo que no hacía falta esperar a la Muerte para estar en el Cielo, unido a la Divinidad, tampoco hacía falta morirse para estar en el Infierno, son contemporáneos nuestros, están accesibles en todo momento, todo consiste en vivir el “aquí y ahora”, o descolgarse entre recuerdos y expectativas.
Ya sé que no es nada nuevo lo que estoy diciendo, que hace siglos y siglos que se viene diciendo, y que yo lo habría oído infinidad de veces, pero hoy ha llegado el justo momento de “darme cuenta”. Perdonar mi brutalidad y mi tardanza en llegar, perdonar por todo el rodeo que tuve que pegar; aunque haya sido bonito, visto desde aquí, no puedo dejar de pensar en ello como una pérdida de tiempo y...justamente ahora, sin darme cuenta, estaba abriendo la puerta de mi Infierno preferido: El Pasado, por poco...
Hay que estar alerta, el rabo del demonio no descansa y en cualquier momento estaremos dándole vueltas a la “matraquilla” (disco rallado) de lo que sucedió, o estaremos soñando despiertos con nuestros deseos, muy sutilmente el diablo habrá hecho nido en nosotros y, sin tufo de azufre, estaremos en nuestro Infierno privado, cociéndonos a fuego lento, esperando que pase la cuchilla para hundirnos en la mierda...

miércoles, 30 de julio de 2008

Acabo de tener una revelación.

Es otro más de los regalos del Camino.
Acabo de saber “Para Qué” Dios me ha querido como soy.
Para que entendáis de que hablo, debéis saber cómo soy, o , mejor dicho como me veo yo.
Como dice Bruce Lee en un anuncio: “ Be water, my friend, be water...”. Puede que eso les resulte difícil a algunos, no a mí, viene equipado de serie conmigo.

Soy agua, siempre lo he sido, lo difícil para mí sería ser otra cosa como piedra, aire, fuego...
Mi manera de ser, si se puede decir así, siempre ha sido amoldarme al recipiente que me contiene. Por ejemplo hablar: No tengo voz propia, la adapto al entorno acústico que me rodea, mi acento es el del lugar que me acoge, mi vocabulario es el de mi interlocutor, a veces, bien chistoso, si hablo con tartamudos, me pongo a tartamudear.
Soy proteico, informe, no tengo imagen propia, me miro en el espejo y no me veo, como los vampiros. Cuando estoy con alguien, mi cuerpo adopta su forma y textura, como camaleón.
Mi espíritu es inasible, las mas de las veces soy como un médium, canal de otras voces y otros espíritus, diciendo cosas y actuando como marioneta de otros que mueven mis hilos.
Soy totalmente imprevisible, por eso cuando los demás dicen conocer mis reacciones suspiro, porque ellos sólo conocen el perfil que yo les presento.
Cuando me rebelo, cuando mi ego decide hacerse con el control, me destrozo, me fatigo, me emboto intelectualmente y emocionalmente. Me fustigo y fustigo a los que me rodean, pierdo el sentido y la medida de las cosas. La vida se me hace imposible.
Cuando me dejo fluir, por el contrario, sonrío feliz, la gente fluye conmigo, se ríen y son felices, me tienen por un muchachito agradable, por eso a pesar de mis 51 años me siguen llamando Miguelito.

A veces he creído que era inmadurez, baja autoestima, pérdida de raíces y un sinnúmero de piadosas y nada reconfortantes etiquetas que me han colocado, o que me he dejado colocar.
Pero hoy es distinto, hoy lo he comprendido con el corazón. Es una revelación, y como tal es infalible. Indiscutible. Tautología en estado puro.
Siempre he estado con el cuchillo en la mano, bueno en la mano no, en mi cerebro. Ese es el cuchillo del analista, que corta y desgarra la realidad para entenderla mejor. No es una mala herramienta, no os vayáis a pensar que la desprecio: El análisis es la herramienta favorita del cientifico, pero no del descubridor. Al ser muy cerebral, el análisis era mi herramienta favorita, pero, de unos años para acá, sentí que el mundo era algo más, y que tal vez era la hora de soltar la bonita navaja y explorar el mundo de otra manera. Al principio es de vértigo, explorar el mundo con la intuición, la creatividad, las emociones es bien difícil, pero con el tiempo le pierdes el miedo y te habitúas, haciendo de ellas unas herramientas inmejorables. Con ellas descubres que para “Descubrir”, no basta con tener una mente analítica y racionalista, hace falta que tu corazón participe con sus “corazonadas” y el estómago con su “visceralismo”.
Pero ahora lo he entendido. Hasta ahora he vivido aislado, separado de la realidad, de las cosas y de los otros seres humanos, ahora me doy cuenta que esa separación sólo es una ilusión en mi cerebro, que se empeña en estar sólo, encerrado en su torre de marfil. Mi corazón, por el contrario, siempre está conectado, salvo que esté emocionalmente embotado, mi corazón conecta con una infinidad de pequeños hilitos con todos los demás seres de la Creación. Tal vez esté despegado físicamente de los demás, pero por lo que sé de Física, mis campos energéticos (llamarlos como queráis), si están en profundo solapamiento.

En El Camino comprendí que todo mi ser está en conexión con la Creación, y, sin querer ser irreverente, en ese punto Yo soy Dios y Dios es Yo. De hecho, observé que el verbo SER sólo debería ser conjugado para esta afirmación. No es que Dios esté fuera, presente en la grandeza del Universo, ni tampoco dentro, en lo más profundo de mi alma, es que Dios está en Todo y Yo soy Todo con Él y Él es Todo conmigo.
Por eso no hay casualidades, todo está escrito y todo está por escribir, porque Yo lo escribo, porque Él lo escribe.
Desde luego no sé si a estas alturas me seguís o me habéis dejado ya por loco. Así se cuentan las revelaciones. Los místicos siempre nos parecieron locos. La experiencia vale la pena, es el “Satori” budista, la gloriosa llama del Espíritu Santo. Vale la pena.
Pero lo que iba a explicar es “PARA QUÉ” Dios me quiso así: camaleónico, informe, desarraigado, como agua ....”Be water, my friend...”
¿Para qué sirve el agua?. ¿Para qué sirve el barro moldeable y plástico?. ¿Para que sirve tener tantos disfraces?. Pues, la verdad, se me ocurren un montón de cosas, y por ello me siento muy agradecido. Después de años, en los que personas muy bien intencionadas han tratado de darme forma: Padres, hermanos, colegios, universidades, Ejercito, Empresa..., me encuentro con que mi forma ideal no sólo es buena para mí, sino que lo es para todos. ¿Cómo se puede vivir sin agua?. Habrá otras maneras de ser mejores, no digo y o que no, pero a mí me gusta ser agua, me gusta esta bendita locura que al enfriarse cristaliza y que al calentarse se eleva y todo lo colmata.
Dejarme regar vuestros campos, lavar vuestros cuerpos, saciar vuestra sed, limpiar vuestra casa, arrullaros con mis cantos de arroyo, bendecir vuestra frente y bautizar a vuestros hijos.

Me gusta mucho ser agua, cada vez me gusta más. Está claro que estar orgulloso de uno mismo no supone imponerse a los demás: No temáis los Fuegos, no os apagaré salvo que me pidáis ayuda si habéis prendido un incendio y no lo podéis controlar. No temáis las Tierras no os mojaré, salvo que queráis ser fecundadas para que germine la semilla, para amasar la arcilla de ladrillos y ollas. No temáis los Aires no os impondré mi presencia, salvo que queráis llevar un soplo fresco de brisa a los labios. No temáis aquellos a los que no he nombrado, ni siquiera en mi furia, a veces me desbordaré para llamar vuestra atención, para que me tengáis presente, pero volveré dulce a mi cauce y seguiré lavando vuestras heridas.

domingo, 3 de febrero de 2008

Sobre la MENTIRA

Esta semana, aprovechando que estoy con la gripe y que no estoy para nada mas sustancial, ni tampoco menos interesante, he estado leyendo uno de los éxitos editoriales (habría que decir mediáticos?) de una obra a caballo entre internet y el libro.
Se trata de España, perdiste del argentino Hernan Casciari. Creador de uno de los blogs mas gloriosos que me ha tocado conocer: Weblog de una mujer gorda.
Casciari es el mejor ejemplo del desvergonzado, cínico, tierno, corrosivo, lenguaraz y oportunista argentino. No sé si estoy autorizado a decirlo, ni me importa, pero creo que es una revolución en el mundo de las letras en español, especialmente por sus aportaciones al mundo de los Blogs y su increíble habilidad para urdir las mentiras mas bien trabadas.
Y de eso, precisamente, quiero hablar hoy, de las mentiras.
Si leyeron el post de Hay 35 mentiras en tu correo... (y si no léanlo ahora, hombre!!...), se ubicaran en la filosofía de Casciari sobre la mentira.
Desde luego que estoy en total acuerdo con Casciari sobre la conexión entre la Creatividad artística y la mentira, y que de no existir la mentira, no habría manera de crear. También aprecio ese gusto por la libertad de crear, cifrado en la habilidad de mentir, y comparto su desprecio por los “boludos” incapaces de mentir.
Pero también conozco la otra cara de la moneda, la de la mentira que, como un crédito a corto plazo, nos exige devolución con muy altos intereses. La de la mentira que nació pequeña y hermosa y creció desmañada, vociferante y amenazadora. La de la mentira que nos abrió una pequeña puerta y supuso que nos cerraran todas las demás.
Supongo que por ser muy imaginativo y creativo, desde siempre me gusto mentir, es decir crear, recrear la realidad, hacer uso del potencial fecundo de la libertad.
Cuando somos jóvenes nos gusta mucho fecundar, por eso mentimos mucho, intentamos que el mundo sea como a nosotros nos gustaría y si de paso puede gustarle a otros tanto mejor, ya se sabe que una opinión compartida por muchos adquiere pronto el rango de verdad tautológica. El problema es que, cuando vamos haciéndonos mayores, nos damos cuenta que crear en libertad sin responsabilidad es peligrosísimo, todos esos hijos que hemos engendrado, son ahora nuestros deudores, los que nos obligan y a quien no podemos engañar con una mentira porque sería muy estúpido mentir a los hijos de la mentira.
Cuando somos jóvenes estamos necesitados de información, de ideas, de novedades, de creatividad, por eso mentimos, engañando a los demás y dejándonos engañar. Pero cuando ya hemos pasado la fase de la “Lluvia de ideas”, de la recogida de información, llega la hora de las decisiones, es la hora de “cortar cabezas”, de los descartes, de concentrar la atención y no hacer caso de las críticas. Es la hora de la tiranía.
Después de un periodo de anarquía creativa y fecunda, llega un periodo de estabilización, en el que ya no vale todo y en la que la creatividad es muy mala compañía. Ejecutar un plan, supone eso, “ejecutar” las miles de posibilidades inviables y utópicas y marchar hasta el fondo de la alternativa escogida, pese a las críticas. Es la hora de desterrar a los filósofos que sólo saben hacerse preguntas, de cortar el cuello a los bufones, para acallar sus burlas, de matar al mensajero para eludir las noticias que nos desmarquen de nuestra decisión. Es la hora de hacer un lugar a nuestra idea, nuestra creación, sin piedad, como buenos padres de nuestros hijos.
No es la hora del ¿Por qué?, sino del ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Cómo? y ¿Dónde?.
De todos modos, como cualquiera habrá podido darse cuenta, el problema ético de la mentira no está en la mentira en sí, sino en su intención asociada: La Honestidad.
Desde luego que mentir es necesario e inevitable, todos queremos arrullarnos con cuentos, con hermosos y bonitos cuentos, pero cuando la intención de la mentira es deshonesta, entonces la mentira adquiere su peor color. La mentira deshonesta es sobre todo dolosa para aquel que la inventa: el que miente con dolo, indefectiblemente piensa que los demás también lo hacen (lo cual es a veces suponerles a los demás más imaginación de la que realmente tienen), por lo cual nunca puede tener la seguridad de la sinceridad ajena.
De la misma manera un mentiroso siempre alberga una duda acerca de la calidad y valor de su mentira, y de cómo ésta calará y se abrirá paso, por no decir del peso abrumador de “sostenella y no enmendalla”.
Por otro lado, la mentira deshonesta es dolorosa con aquel que se deja engañar por ella.
Tal vez alguien al leer esto piense en que lo pueden engañar a su pesar, pero yo no lo creo . Creo que por más que traten de engañarnos, sólo lo conseguirán aquellos a los cuales nosotros mismos hemos autorizado a engañarnos, bajo nuestra completa responsabilidad.
Podría extenderme mucho acerca de las habilidades para desenmascarar mentirosos, pero no creo que haga falta, cualquiera en sus plenas facultades, atento a lo que le dicen, al cómo, cuándo y dónde se lo dicen y reflexionando sobre el porqué se lo dicen puede asignar un valor de verdad a la información que le dan. Eso lo hacemos continua y automáticamente con toda la información que recibimos. Es posible que no haya un valor absoluto de verdad asignado a una información en una cierta escala, pero si existe un valor relativo y variable, contrastable y comparable con los otros valores asignados, lo que nos permite tener un sistema dinámico de valoraciones o creencias privadas.

De todos modos el problema de Casciari, es el problema de todos los argentinos y por extensión de todos los latinoamericanos: MIENTEN MÁS QUE HABLAN. Es especial los argentinos, es una cuestión cultural, que penetra en toda su estructura social: política, economía, etc... Creo que a los únicos que se les puede poner entre paréntesis, hoy por hoy, es a los chilenos, que se están ganando a pulso una respetabilidad en todos los campos. ¿Y que pasa con los españoles? ¿No somos mentirosos?. Si y mucho, pero cada vez menos, y en contraste con nuestros hermanos de Las Américas somos hasta demasiado sinceros. Desde luego que no creo en los tópicos, pero hay hechos tan tozudos y tan obvios que negarlos es pura idiotez. Los españoles en época de Franco mentíamos más, ¿Y cómo no?, con la dictadura no había otra manera. Para empezar los que predicaban sobre la honestidad y la sinceridad, los curas, los maestros y los que mandaban, eran los primeros en faltar a la verdad y su hipocresía y falsedad era descomunal. Pero los tiempos cambiaron y poco después los españoles hicimos como en los versos de Gloria Fuertes:

Me arranque la costumbre
De decir la mentira
Me tejí este vestido de verdad que me cubre
A veces voy desnuda....

Así los españoles recuperamos la confianza en nosotros mismos, la integridad y la honestidad, uno de los pilares básicos de la autoestima, y poco a poco, nos hemos ido quitando los disfraces de víctimas y no necesitamos mentir, ni ser deshonestos.
Eso hace que a los ojos de los latinoamericanos que nos visitan seamos estúpidos, toscos, huraños, ásperos, irascibles y obcecados, pero es por que vamos por el camino derecho, arrasando, no buscando hermosos linderos por dónde despistar y despistarnos, sino responsables y consecuentes con el compromiso adquirido, derechitos, sin buscar excusas de forma continuada, ni llegando tarde a todo, sin faltar a los compromisos y contratos, cosa a la que están demasiado acostumbrados nuestro queridos hermanos.
Hay una máxima en México sobre el trabajo digna de ejemplo:

“Tú haces cómo que me pagas, yo hago cómo que trabajo”

Así en toda Latinoamérica triunfan todavía los populismos tipo Castro, Chávez, Evo y tantos otros. Así las economías son inestables y los políticos corruptos: ¿Cómo no lo van a ser si les prometen de todo y luego-pendejos- esperan que les cumplan?

martes, 6 de noviembre de 2007

Sobre la GLOBALIZACION

Un amigo me manda un correo sobre Naomi Klein, para informarme sobre esta opositora a la Globalización y el interés que para él supone.
Esto me da pie para empezar una reflexión acerca de la “globalización”, otro de los tópicos tan interesantes en nuestras conversaciones.
Para aquellos afines políticamente a la izquierda, a la progresía intelectual, que fueron hipíes en su juventud, que son antimilitarista, antiimperialistas, antinorteamericanos, viejos luchadores de la transición a la democracia en España, ecologistas y otros títulos parecidos, el tema de la Globalización les levanta ampollas y les impulsa a la acción por los medios que les son habituales.
En mi caso, apóstata de todos esos “ismos”, “ex” de todo, el tema de la Globalización tampoco me deja indiferente, como tampoco me deja indiferente una tormenta, pero tanto en una como en otra ya no adopto una actitud militante, salvadora, y apostólica, tan sólo la dejo caer. Cuando cae la tormenta lo primero que hago es refugiarme, no maldecir, luego procuro quedarme cerca de la ventana para ver los hermosos rayos y aspirar el olor de tierra mojada. Algunas veces no he podido resistir el impulso y he salido a empaparme al más puro estilo de “Cantando bajo la lluvia”. Algunas veces los rayos me han caído cerca y he sentido terror..
¿Pero que tiene que ver una tormenta con la Globalización?. Las tormentas son fenómenos naturales y la Globalización también lo es. Sé muy bien que esto no es así para muchos, que creen que los seres humanos no somos naturales, sino artificiales, y que lo que provocamos no es natural, sino artificial. Yo creo que están confundidos. Creo que lo único que no es natural en nosotros es que podemos reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones ( pero aún esto no es artificial, es sobrenatural), esto supone que podemos esforzarnos mucho a nivel personal en contra de nuestra propia naturaleza, y precisamente por lo mismo no podemos forzar la naturaleza de los demás. De ahí que conseguir cambiar el sentido de los acontecimientos sea un anhelo muy humano, pero estéril, y aun me atrevo a decir en algunos casos pernicioso.
Para cualquiera que ha estudiado la Historia de la Humanidad desde un punto de vista holístico (Ver por ejemplo: Los conquistadores del Horizonte. Una historia mundial de la exploración (2006) Felipe Fernández Armesto), la Globalización es necesariamente la consecuencia de vivir en un planeta que se nos está quedando pequeño, que, tras el primer impulso de expansión que nos alejaba y diferenciaba a unos de otros en épocas remotas, vuelve ahora para permitirnos reencontrarnos y compartir nuestras diferentes evoluciones y mejorarnos con el mestizaje.
Con eso no quiero decir que estoy a favor de la Globalización, tampoco en contra, como con la tormenta, trato de ser positivo y pensar en el bien que puede hacer esa agua derramada, a pesar de los incendios de los rayos y de las avalanchas y avenidas que provoque. Creo que es mi obligación entender las oportunidades que esa situación me ofrece y crecer con ellas. “Nunca llueve a gusto de todos”.”Después de la tempestad llega la calma”.
Por otro lado, sobre los movimientos Anti-Globalización, ¿Qué puedo decir?. Los que allí están eran mis hermanos, mis mejores amigos, los más sinceros, los más honestos, los más combativos, los más generosos...¿Cómo puedo decir que están equivocados?. No puedo, sencillamente. Aunque sea una contradicción paradójica no creo que estén más equivocados de lo que yo puedo estar (ni menos), creo que hacen caso a su corazón y a su conciencia y actúan en consecuencia, lo que para mí es digno del mayor de los respetos. Pero así como los jóvenes llenos de ardor patriótico se alistaban en época de guerra para entregar sus vidas (y llevarse por delante todos los enemigos que pudieran), así me parece que obran los activistas de estos movimientos altruistas. Ya no puedo entender que para hacer el bien a la Humanidad tenga que oponerme a una parte de ella, por muy en desacuerdo que estén conmigo.
Tal vez sea una nostalgia de mi infancia, pero entonces soñábamos con la conquista del espacio, tal vez era una carrera para demostrar el poder de los dos bloques de la Guerra fría, pero para los que éramos ingenuas criaturas, nuestra imaginación nos abría la puerta de maravillosas civilizaciones interplanetarias. Para nosotros el mundo no era pequeño y sucio, como una barriada de vecinos, que es como lo ven ahora muchos Anti-Globalización, sino inmenso, inalcanzable, limpio, esperando virginal recibir la huella de la bota del astronauta. Esa huella en la Luna no es el desecho indeseable del contaminador, es la presencia de otros seres como nosotros con los que compartir, es la huella que alivió la soledad de Robinson Crusoe.
Muchas veces se han usado las reflexiones de los astronautas al ver a la Tierra desde su órbita para describir lo pequeño y frágil que era nuestro planeta, al parecer nuestro único hogar posible. Al verlo así lo empequeñecieron aún más. ¿Por qué no miraron hacia los otros planetas, las estrellas, y las otras galaxias? ¿Por qué se apoderó de ellos la nostalgia y el miedo, ellos que tan valerosamente habían arrostrado los peligros de llegar hasta allí?. No sé muy bien por qué dejamos de perseguir ese sueño sideral y empezamos a ver como podíamos acomodarnos en nuestro pequeño planeta, pero si sé que lo mismo que un día fuimos “Los conquistadores del Horizonte”, otro día lo volveremos a ser, entonces La Globalización nos parecerá necesaria, como ahora nos lo parece La Diáspora previa que tanta diversidad cultural ha originado y que los anti-globalización se empeñan en conservar contra viento y marea.

martes, 23 de octubre de 2007

Sobre el CALENTAMIENTO GLOBAL








No es una nueva información, no es conocimiento, no es mas que una mera intuición, una sensación visceral, un horror arcaico que se despereza lentamente en mi estomago:
¿Se está cavando de nuevo la zanja?.
A la zanja que me refiero es a la que ha dividido a la Humanidad siempre, precediendo una guerra. Es la zanja que separó a los españoles antes de la Guerra Civil, es la que dividió Europa antes de la Guerra Mundial, es la que dividió al Mundo en la Guerra Fría.
¿En qué lo noto?¿Cuáles son los síntomas?.
Haber vivido la posguerra española, y particularmente la Guerra Fría me ha hecho sensible. Como todo aquel que se ha roto un hueso y cuando va a llover le duele allí dónde se dio el golpe.
No puedo sino dar palos de ciego y todo lo que diga puede rebatirse racionalmente sin el menor esfuerzo, pero cada día más veo como la zanja se va abriendo a mis pies y cada día más veo que, sin remedio, tendré que saltar a un lado o al otro, o me caeré dentro.
Desde la caída del Muro de Berlín, el crepúsculo de las ideologías y la indiscutible superioridad bélica de Estados Unidos, parecía que la Zanja se estaba cerrando y salvo en algunos “puntos calientes” del planeta, se había convertido en apenas una grieta que podíamos salvar impunemente. Nada que ver con la época anterior, donde la polarización ideológica implicaba hasta las instancias más alejadas del poder político y militar. Ser heterodoxo en esa época era muy peligroso y difícil. O eras de izquierdas o de derechas, o eras progresista o conservador, o eras pro yanqui o pro soviético, o eras liberal o eras conservador. En resumen el mundo era maniqueo y por supuesto ser alguien o algo más complejo no podía quedar impune.
Pero la caída del Muro de Berlín marcó un punto de inflexión. Tal vez permaneciera la Zanja, pero ahora podíamos ir rellenándola, saltarla e incluso bromear sobre ella sin riesgo de nuestra integridad. Desde luego que seguía habiendo gente interesada en que la Zanja siguiera abierta, pero parecía que habían perdido fuelle, parecía que el pánico que pasamos tras la Crisis de los Mísiles nos había preparado para respetar al otro y para hacernos respetar, pero esta vez desde el ingenuo amor que predicaban los hippies, o desde las nuevas oportunidades que nos ofrecía el Mercado Global.
Cambio de turno. La Zanja se está abriendo de nuevo.
En el fondo de mi corazón y pese al terror que siento por este nuevo proceso, si me elevo sobre nuestro planeta y lo miro desde más allá de La Galaxia, allá donde Dios habita, pienso que lo que pasa no tiene más importancia, y que es algo doloroso que seguramente tiene que pasar para que algo mejor nos pueda suceder.
Pero si lo veo a nivel de calle, a nivel de barrio, a nivel de país tengo miedo. Estoy viendo a la gente tomar posiciones, parapetándose, cargándose de “informaciones” con una buena carga de dinamita, descargando sus opiniones con una contundencia propia de una era totalitaria, justo ahora que con Internet estamos asistiendo a la hipermultiplicación de opiniones ampliamente contradictoria, lo que debería hacernos más tolerantes.
No me cabe duda que en esta sociedad occidental de excedentes de recursos, tanta “información”, tanta “opinión”, desconcierta a más de dos y que surja la necesidad de algo que cristalice, unifique y compendie todo este desbarajuste. ¡¡¡Se acabó la Heterodoxia, es la hora de la Ortodoxia!!!.
Para muestra un botón: El Calentamiento Global.
Esto, que empezó como una hipótesis de trabajo en algún Departamento de Investigación , ha funcionado como funciona un buen incendio (si es que los hay buenos), fue la chispa que está haciendo arder un buen montón de material combustible, que al parecer sólo estaba esperando que llegara este catalizador. De cómo saltó de hipótesis científica a caballo de batalla de los grupos ecologistas, pasando por los gobiernos de Los Verdes al Protocolo de Kioto, para llegar al Premio Nóbel del exvicepresidente de los USA Al Gore no puedo decir, pero lo cierto es que ha corrido un largo camino y ahora ha pasado de ser una hipótesis científica a una VERDAD tan indiscutible como amenazante.
Tal vez sea porque soy friolero, tal vez porque alguna vez fui casi científico, pero nunca me he dejado convencer por lo del Calentamiento Global, mucho menos alarmar, pero lo que si me alarma ahora es que el calor de las discusiones si está subiendo de temperatura, el territorio que están conquistando las llamas del posicionamiento frente al Calentamiento Global se está desbordando más allá de los límites de lo discutible y acordable, están ardiendo a los pies mismos de la Zanja y la está ahondando muy rápido, la tolerancia, la armonía están peligrando.
Lo último han sido las declaraciones desafortunadas de Mariano Rajoy, que parece marcar con su posición sobre el Calentamiento Global, una marca más de la división y lo que mas me pica, que, sin quererlo me alinea en el lado de la Zanja dónde están los del PP, ¡¡¡A mí, que siempre he votado a las izquierdas!!!